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Bautizados y enviados

Con motivo de los cien años de la carta apostólica Maximun illud, con la que el Papa Benedicto XV dio un impulso renovador a la dimensión misionera de la Iglesia, el Papa Francisco nos ha convocado a vivir, en este mes de octubre, un Mes Misionero Extraordinario “con el fin de despertar aún más la conciencia misionera de la missio ad gentes y retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral de la Iglesia” (Carta, 22.X.2017). Siguiendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II, en su carta de convocatoria Francisco nos recuerda que la Iglesia “es misionera por su propia naturaleza” (AG, 2). Citando a san Pablo VI nos dice que “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (EN, 13); y, citando también a san Juan Pablo II, nos invita a reconocer que “es necesario mantener viva la solicitud por el anuncio a los que están alejados de Cristo, porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia” (RM, 34). En síntesis, la Iglesia existe para evangelizar, es decir para llevar la buena nueva del Evangelio a todas las gentes y hacer posible que entren en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y, así, participen en la victoria de Jesucristo sobre el mal, el pecado y la muerte. Por eso, en consonancia con sus predecesores, desde el inicio de su pontificado nuestro actual Papa nos exhortó a “salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG, 21).

El presente Mes Misionero Extraordinario debe entenderse en ese contexto del Magisterio ininterrumpido de la Iglesia y en la conversión pastoral a la que el mismo Francisco nos exhorta constantemente, para que “también en nuestro tiempo, desgarrado por la tragedia de las guerras y acechado por una triste voluntad de acentuar las diferencias y fomentar los conflictos, la Buena Noticia de que en Jesús el perdón vence al pecado, la vida derrota a la muerte y el amor gana al temor, llegue también con ardor renovado a todos y les infunda confianza y esperanza” (Carta, 22.X.2017). Para que esto sea posible, nos dice el Papa, es fundamental intensificar de manera especial la oración, alma de toda misión, la catequesis, la reflexión bíblica y teológica, así como fortalecernos en las obras de caridad y recurrir al testimonio de tantos santos y mártires de la misión, “para que, reencontrada la frescura y el ardor del primer amor por el Señor crucificado y resucitado, la Iglesia pueda evangelizar al mundo con credibilidad y eficacia evangélica” (Discurso, 3.VI.2017).

En Arequipa comenzamos este Mes Misionero Extraordinario con un encuentro sobre “Santidad y Misión”, en el cual durante tres días preparamos a agentes pastorales de nuestras parroquias y movimientos para poner por obra las indicaciones del Papa Francisco. Este encuentro culminó con la Misa de envío a la misión, celebrada en nuestra Catedral el sábado 5 de octubre. Desde entonces, bajo el lema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión por el mundo”, en toda nuestra Arquidiócesis se están realizando vigilias de animación misionera, reuniones en casas para rezar el Rosario por las misiones, jornadas de evangelización por las calles y plazas, con especial participación de jóvenes, y diversas obras de caridad. Al mismo tiempo, estamos procurando dar un renovado impulso a las Obras Misionales Pontificias, especialmente a la Infancia y Adolescencia Misionera, las Familias Misioneras, los Jóvenes sin Fronteras y la Unión de Enfermos Misioneros. Si bien el mes está por terminar, nuestra misión como Iglesia debe continuar y, como dice el Papa Francisco, ella requiere un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Por eso, desde estas líneas quisiera animarlos a todos a no avergonzarse de hacer presente el amor de Dios, especialmente con sus obras pero también anunciando el Evangelio, en sus hogares, centros de trabajo, lugares de estudio y círculos sociales. “El amor de Cristo nos apremia” (2Cor 5,14).

+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa