SEMBRADORES DE ESPERANZA
En su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que hemos celebrado hace pocos días, el Papa Francisco nos alerta ante dos fenómenos que se vienen dando en el mundo de las comunicaciones. El primero es que: «Muchas veces se simplifica la realidad para suscitar reacciones instintivas; se usa la palabra como un puñal; se utiliza incluso informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, a provocar, a herir». Así, manipulando a la opinión pública, se fomenta la polarización y la agresividad. Junto con esto, el segundo fenómeno ante el que también nos alerta el Papa es que, movidos por «las lógicas del mercado», sobre todo las redes sociales «modifican nuestra percepción de la realidad» y convierten en enemigo al “otro”, es decir al que piensa distinto que uno. De esta manera se cancela toda posibilidad de diálogo, lo cual «termina minando las bases de nuestro ser comunidad, la capacidad de trabajar juntos por el bien común, de escucharnos, de comprender las razones del otro».
Ante esta realidad, Francisco nos recuerda que: «Los cristianos, ante todo, no son aquellos que “hablan” de Dios, sino aquellos que reflejan la belleza de su amor y una nueva forma de vivir todas las cosas». Por ello, nuestra comunicación debe caracterizarse por la mansedumbre y la cercanía, al estilo de Jesucristo que dialogaba con todos, se detenía a escuchar incluso a quienes se contraponían a él y no fomentaba el odio de unos contra otros. En otras palabras, nuestra comunicación con los demás debe ser «capaz de hablar al corazón, no de suscitar reacciones pasionales de aislamiento y de rabia, sino actitudes de apertura y amistad…empatía e interés por los demás».
Para hacer esto, vivir de esta manera, nos sigue diciendo el Papa, hace falta «sanar de las “enfermedades” del protagonismo y de la autorreferencialidad, y evitar el riesgo de discursos inútiles». El protagonismo, derivado de la palabra griega “protos” que significa “primero”, es esa ansia de ser el primero, de que todos me sigan, de imponer mi opinión sobre la de los demás. La autorreferencialidad, por su parte, es un término muy usado por el Papa Francisco para indicar la incapacidad de escuchar al otro, de abrirme a los planteamientos del otro y no estar dispuesto a enriquecerme con opiniones de terceros que pueden mejorar mis puntos de vista.
Para curarnos de esas enfermedades, muy propias de esta “era digital” que nos ha tocado vivir, y «ser testigos y promotores de una comunicación no hostil», el Papa nos invita a «recomenzar, permitirle a Dios que nos levante, dejar que nos abrace y nos inunde de misericordia». En pocas palabras, abrirnos al amor de Dios en este Año Jubilar que hemos comenzado a vivir para prepararnos a celebrar los 2025 años del nacimiento de Jesús. Así, saciados y sanados por el amor de Dios, podremos instaurar un nuevo modo de comunicación con los demás, sembrando esperanza y sanando heridas; una comunicación «que construya puentes y atraviese los muros visibles e invisibles de nuestro tiempo».
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa