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Ayudemos a los difuntos

Todos tenemos familiares o amigos difuntos a quienes les podemos hacer mucho bien a través de la indulgencia plenaria, que es la remisión de la pena temporal, es decir del Purgatorio, por aquellos pecados que ya han sido perdonados pero de los cuales la persona no ha sido suficientemente purificada antes de morir. Por ejemplo, cuando los católicos acudimos al sacramento de la Confesión, es el mismo Jesucristo quien, a través del sacerdote, perdona nuestros pecados; pero incluso los pecados perdonados, aun si son veniales, dejan en nosotros unas consecuencias negativas, una especie de “residuos espirituales tóxicos” que, mientras duran, nos impiden llegar al Cielo y, por ello, si morimos en esa situación debemos pasar antes por el Purgatorio, para purificarnos. La indulgencia plenaria tiene el efecto de purificarnos de esos “residuos espirituales tóxicos” y, por tanto, liberarnos del Purgatorio.

Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: “Las indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia la remisión de las penas temporales debidas por sus pecados” (n. 1478); y: “Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma comunión de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados” (n. 1479). En síntesis, obtener la indulgencia plenaria para un difunto es una enorme obra de caridad, porque hace posible que vaya directamente al Cielo.

Visto que la pandemia del COVID-19 ha causado muchísimas muertes, el Papa Francisco ha tenido a bien concedernos que cada día de este mes de noviembre podamos obtener una indulgencia plenaria a favor de un difunto. De modo que, en estas semanas, cada uno de nosotros podría, si así lo desea, lograr que varios difuntos dejen el Purgatorio y lleguen al Cielo. Obtener una indulgencia plenaria no es difícil. Requiere el desapego hacia cualquier pecado, es decir el deseo de corazón de no pecar, y realizar algunas acciones. Las acciones básicas son la confesión sacramental, la comunión eucarística y rezar por las intenciones del Papa. Además, se puede optar por una de las siguientes: visitar un cementerio y rezar por los difuntos aunque sólo sea mentalmente; o visitar un templo y rezar ahí el Padre Nuestro y el Credo. En el caso de los ancianos, los enfermos y aquellas personas que por motivos graves no puedan salir de casa, por ejemplo para evitar el riesgo de contagiarse con el coronavirus, basta que tengan la intención de confesarse y comulgar en cuanto les sea posible y que en su propio hogar recen por los difuntos (por ejemplo, el Rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia u otra oración de su devoción) o lean y mediten alguno de los pasajes del Evangelio propio de la Misa de Difuntos, u ofrezcan al Señor los dolores y las dificultades de su propia vida cotidiana.

+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa