La sombra de Pedro
La Iglesia católica y el Gobierno peruano han comenzado a preparar la visita que el Papa Francisco nos hará del 18 al 21 de enero próximo. Será un acontecimiento de gracia, porque no se trata solamente de una visita, por más ilustre que sea el visitante, sino que con motivo de esta visita Dios enviará desde el Cielo una serie de gracias para todos nosotros. Está históricamente comprobado que las visitas papales suscitan numerosas conversiones y cambios de vida, de lo cual soy testigo directo. En diversas ocasiones, sea con motivo de entrevistas o de predicaciones, he relatado que si bien provengo de una familia católica y fui formado en un colegio católico, al ingresar a la universidad dejé de frecuentar la Iglesia, atraído inicialmente por los filósofos existencialistas ateos y después por otros ídolos de este mundo. Así, casi sin darme cuenta, terminé siendo agnóstico durante doce años, hasta la visita que el Papa Juan Pablo II hizo al Perú en el año 1985. Sería muy largo relatar acá los pormenores, pero puedo dar testimonio de que la presencia de san Juan Pablo II en el Perú transformó totalmente mi vida. No solamente volví a la Iglesia, sino que también sentí la llamada al sacerdocio y, quién lo iba a pensar, después de ser misionero en diversos lugares, desde hace once años soy Arzobispo de esta bella Iglesia en Arequipa; pero, sobre todo, soy un hombre feliz gracias a que, a través de san Juan Pablo II, constaté que Dios existe y que es el único capaz de saciar el ansia de vida eterna que anida en el corazón de todo hombre.
El caso de mi conversión no es único, conozco miles de jóvenes y adultos de diversos países que han vuelto a la Iglesia gracias a una visita papal. A nivel mundial deben ser millones de personas cuya vida ha cambiado radicalmente gracias a los viajes realizados por Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y, ahora, Francisco. Esto no es nuevo, ya los Hechos de los Apóstoles relatan que la sola presencia del primero de los papas producía grandes milagros. Su autor nos dice que “la gente sacaba a los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados” (Hch 5,15-16).
Se nos viene, pues, un tiempo de gracia para el Perú y por eso es importante que nos preparemos bien. Con ese motivo, a partir de este domingo, en todo el país comenzaremos un período intenso de oración por los frutos de la visita del Papa. Hemos distribuido decenas de miles de estampas a las parroquias de Arequipa, con la oración que los obispos del Perú hemos elaborado con esa finalidad. Cada uno la puede pedir a su párroco y rezarla en casa. Este domingo haremos también una colecta nacional en todos los templos, para que cada uno, libremente y según sus posibilidades, tenga la oportunidad de colaborar en los gastos que esta visita demanda. Los invito a ser generosos en la oración y en la colecta. Los beneficios espirituales y materiales que la visita de Francisco hará posibles son inconmensurables y ameritan nuestra contribución.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa